Hoy os traemos un post dedicado al secado de la madera, siguiendo un método tradicional y natural. Así que, si te gusta el mundo de la madera o simplemente buscas algún truco para un correcto secado, este artículo te interesa. Empezamos.
El secado de la madera ¿un proceso natural?
Actualmente, podemos encontrar tres tipos de secado de la madera: natural, natural acelerado y artificial. Hoy nos centraremos el primero ya que es el más antiguo y todavía es el más utilizado. Cabe señalar que este tipo de secado es también el más respetuoso con el medio ambiente –y nuestra salud- . Los otros dos implican el uso de altas cantidades de agua y la necesidad de un secadero industrial respectivamente.
El secado de la madera por proceso natural es sencillo y con él podemos conseguir mantener el color original. Aun así, también presenta algunos inconvenientes que deberías conocer. Para empezar, requiere mucho tiempo, lo que equivale a la necesidad de un gran terreno si tu intención es producir una cantidad importante de madera, por lo que tardarás bastante en recuperar la inversión. Por otro lado, el proceso natural no permite eliminar las larvas o insectos que pueda tener la madera, algo que solo se consigue con el secado industrial. Finalmente, el proceso de secado varía según el tipo de madera y clima de la zona donde esté. De media se tardan unos 4 años, llegando hasta los 7 en algunos casos.
Precauciones para un buen secado
El proceso de secado de la madera debe empezar con el traslado de la madera, inmediatamente después de salir del aserradero, hacía terrenos no húmedos. Se hace así un primer secado hasta mediados de otoño, antes de la llegada de las lluvias. Llegada esta fecha, es necesario cubrir y poner bajo cubierta la madera.
Los principales problemas que pueden arruinar el proceso de secado son la fermentación y la humedad. Por este motivo, los troncos o tablones no pueden dejarse nunca directamente sobre el suelo ni en contacto entre ellos. La humedad del suelo genera moho y carcoma en la madera, pudriéndola rápidamente. Por el contrario, el contacto entre troncos o tablones recalienta la cara exterior y fermenta.
Una práctica muy útil es la de la anhelación. Se trata de quitar la corteza del tronco la primavera anterior a la tala del árbol. De esta manera, se consigue un secado mucho más rápido. De lo contrario, si quitamos la corteza una vez talado el árbol, también se secará rápido pero la madera se deformará. Nunca debemos quitar la corteza en verano ya que la savia bajo la corteza fermentará con el calor, deteriorando gravemente la madera.
Cortar y apilar la madera
Una vez cortados los troncos en tablones o tablas, se colocan horizontalmente en pilas, pieza sobre pieza y separadas por unos pequeños listones con un grueso de 1 a 4cm. Para aislar la madera del suelo, es preciso utilizar trozos de madera más gruesos (mínimo 7cm). Las piezas más apartadas del suelo son las que se secaran antes. Dependiendo de la dureza y el tipo de corte, el tamaño de las pilas variará. Así, para maderas duras es posible apilarla en forma de bloque, mientas que las blandas o de carpintería deberían colocarse cruzadas y dispuestas según el mismo grosor.
Las maderas duras deben apilarse en invierno ya que el secado es lento y este clima permite corregir alabeos o torceduras. Las maderas blandas se secan más rápido, pero son más sensibles a la humedad, por lo que el apilado deberá empezar en primavera. Si se detecta que las piezas están húmedas, es necesario dejar más separación entre ellas. También es importante protegerlas de las inclemencias del tiempo. El secado de la madera debe realizarse a la sobra con tabiques protectores contra el viento dominante. Así, evitaremos posibles grietas por el Sol o por un exceso de ventilación.
Debemos tener en cuenta que durante el primer secado las maderas deben moverse periódicamente. De lo contrario, las zonas de contacto se mancharan, marcando para siempre la madera. Para evitarlo, es útil situar una tabla con información del tipo de madera, fecha de la tala y aserrado y un planning para registrar cada movimiento.
Segunda fase del secado: el almacén
Transcurridos dos meses y una vez secas las maderas, estas se colocan en cobertizos cerrados antes del invierno, resguardadas del Sol pero con ventilación suficiente –aun conservará una media del 30% de humedad tras el primer secado-. Un almacén sería ideal pero sino no podemos disponer de él, podemos construir una pérgola con tablas o un techo inclinado sobre la pila. En ningún caso se introducirá madera en el edificio si está mojada o empapada ya que lo más probable es que fermente o se pudra. Si este es el caso, es necesario volver a dejarla secar al Sol.
En este proceso, así como en el anterior, es importante eliminar la madera que desprenda mal olor, presente carcoma o alguna enfermedad ya que sino contaminará las otras. Así también, la disposición de las pilas debe ser lógica y funcional, permitiendo un acceso rápido y seguro para los trabajadores y los vehículos.
Una vez verificado el proceso de secado de la madera, ya podemos apilarla sin listones intermedios, separadas solo del suelo. Ello nos permitirá corregir posibles deformaciones y torsiones.
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¿Qué te ha parecido? ¿Conoces algún truco más para el secado de la madera?
2 respuestas
Buenos días
muy agradecido por la publicación
Muchas gracias! 🙂